Había una vez un rey muy caprichoso que tenía una hija muy hermosa. Pues bien, el rey quería casarla, aunque puso una condición algo absurda. Estableció que sería elegido aquel hombre que fuera capaz de hacer volar un halcón que desde hace un tiempo estaba posado en una rama, y nadie, absolutamente nadie hasta el presente había logrado hacerlo.
Numerosas personas aparecieron en el palacio y con distintas artimañas intentaron que el ave volara, sin embargo ninguno lo consiguió.
Cuentan que una mañana el rey se levantó y vio volando al halcón por su jardin. Su hija ya tenía prometido, y cuando lo mandó a llamar le preguntó cómo había hecho semejante milagro, preguntando al pretendiente:
- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e intimidado, el hombre solo explicó:
- No fue dificil, majestad: corté la rama, entonces el halcón se dio cuenta de que tenía alas y simplemente comenzó a volar.
"A veces tenemos ante nuestros ojos la respuesta, y miramos por encima de ellos" R. Sotillo
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